jueves, 22 de diciembre de 2016

Eguzki califica de ilusión el soterramiento en Vitoria- Gasteiz, basado en la construcción de miles de viviendas.

El 29 de enero de 2015 la consejera de Política Territorial del Gobierno Vasca, Ana Oregui, anunció otra estación para la alta velocidad y sin soterramiento, el cual quedó enterrado en 2012, por lo que los anuncios son discursos respecto a la ciudad y los recursos públicos.

El coste de soterrar las vías del tren a su paso por Vitoria-Gasteiz, rondará los 328 millones de euros. Descartada la construcción a cielo abierto, el consistorio apostó desde el primer momento por el método mina, más barato que usar las tuneladoras, cuyo coste se dispara hasta los 444 millones de euros.
Fomento en su momento (hace más de 5 años) prometió una aportación de 132 millones y la cesión del suelo que ocupa actualmente el trazado del tren cuando quede liberado.
La ilusión del soterramiento ya empezaba a sonar “demasiado ingenua” hace cuato años. La crisis había arrasado la estabilidad económica. Los medios locales ya calificaron de “Mucho dinero para una obra faraónica que, en realidad, podía no llevarse a cabo y nada pasaría” .


Hoy se anuncia una obra sin detallar el coste, ni la alternativa de no hacerse, ni los efectos de la misma.
El sistema de financiación hace 20, 10 y hasta 5 años, era sencillo: la venta de ese terreno para construir viviendas generará plusvalías millonarias. Pero ante la evolución de los barrios nuevos y las necesidades de vivienda, no se sostiene esta ilusión de plusvalía y construcción de miles de viviendas, hoteles y centros comerciales. Además, atentaría contra el modelo de ciudad en crecimiento que se propon en el Plan General.

Para Eguzki este empeño se aleja de las necesidades de movilidad, de la viabilidad financiera del proyecto y del diseño de la ciudad, pues supone unoss efectos megalómanos para una ciudad que no precisa grandes proyectos sino la cohesión y mejora de la calidad de vida, sin precisar más viviendas.
Es preciso que se ofrezca más información, debate social y claridad de los efectos y modelo que se defiende con esta obra, que ni se precisa ni puede suponer una hipoteca para el ayuntamiento ni una burbuja del ladrillo que suma la ciudad en la ruina.

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