sábado, 18 de enero de 2014

Carreras de montaña: al filo de lo insostenible

La proliferación de competiciones y deportistas en espacios de protección especial provoca una fuerte polémica | Los parques naturales autorizan la avalancha de deportistas sin haber definido los planes de uso
La proliferación de carreras de montaña en las que participan centenares de deportistas en espacios naturales protegidos empieza a ser una amenaza para algunos de estos enclaves. Ésta es la alerta que lanzan algunos expertos ante el vacío legal existente. España cuenta con infinidad de espacios naturales protegidos, pero las avalanchas de deportistas son autorizadas sin que los parques naturales cuenten con un plan rector de uso y gestión, el instrumento de planificación que establece las normas para zonificar sus usos.

Esto saldra en la pagina al pulsar leer mas Las carreras de montaña viven un éxito fulgurante . El número de competiciones y participantes crece y crece, catapultado por la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (Fedme), clubs, empresas y particulares involucrados en su organización. Gozar de la naturaleza era, antes, sinónimo de excursión relajada. Pero hoy los deportistas entran en los espacios naturales para recorrerlos de cabo a rabo a toda velocidad.

“Es previsible que el conflicto entre el uso y la protección de la naturaleza vaya en aumento, teniendo en cuenta que cada vez hay más corredores y más carreras de montaña que congregan a miles de personas”, señala Manuel Oñorbe Esparraguera, consultor de medio ambiente y corredor de montaña, cuyas críticas han tenido gran eco en las redes sociales.

“Lo novedoso es que muchas iniciativas concentran la competición en lugares difíciles y aislados pero buscando territorios de gran valor biológico”, destaca Roberto Hartasánchez, director de la Fondo para la Protección de los Animales Salvajes (Fapas).

Las alarmas se encendieron el 13 de septiembre, en la carrera Desafío Oso Somiedo en el parque natural de Somiedo. Fapas denunció que en el itinerario los deportistas podían toparse con los osos; y tras su denuncia a la Fiscalía, ésta obligó a los organizadores a modificar el itinerario. En cambio, la Fundació Oso Pardo apoyó el recorrido a juzgarlo compatible con la protección del gran mamífero.

Uso mercantil

El fenómeno ha irrumpido con fuerza, lo que ha permitido también alimentar una nueva actividad económica. “Esta es una oportunidad de ganar mucho dinero; es un negocio”, recuerda Josep Maria Mallarach”, experto en gestión de la naturaleza yprofesor de master de espacios naturales en la Universidad Autónoma de Madrid. En estas competiciones, participan en ocasiones centenares e, incluso, miles de personas. El aficionado que no hace la reserva con suficientes antelación se queda sin participar en la competición y en otras ocasiones las plazas se agotan en cuestión de horas. Toda esta movilización seduce además a las empresas patrocinadoras, “por lo que estamos antes una utilización mercantil de un espacio natural, con la justificación de un actividad deportiva”, sentencia Hartasánchez, el director de Fapas.

Para obtener los permisos, los organizadores sólo requieren la presentación de un dossier de la prueba y, en contadas ocasiones, la Administración hace alguna consideración o modifica el recorrido, señala Manuel Oñorbe. Hartasánchez sostiene que estas competiciones, con asistencia masivas “pueden tener impactos ambientales negativos”, puesto en muchos casos se abren nuevas rutas (atajos en la carrera). “Hablamos de cientos de personas que se mueven en grupos que irrumpen del golpe en un punto concreto haciendo mucho ruido”, dice.

Polémica en Aragón

Las críticas se dirigen hacia las carreras de montaña del Pirineo aragonés (el Gran Trail del Aneto-Posets), que se celebran en julio. Las del año pasado incluyeron tres competiciones, con una partición de 3.000 plazas en dos días, y se desarrolló en seis espacios naturales (entre ellos, el monumento natural Glaciar Posets o el parque natural Posets-Maladeta). Erosión del suelo, pérdidas y daños en la vegetación por pisoteo, molestias en la fauna son algunos de impactos que podrían darse.

Para la edición del 2014, se han reducido los cupos en dos pruebas, pero no había un límite de plazas para el Maratón de Las Tucas (aunque tras conocer las quejas por este diario, José Luis Hernández, gerente de la Asociación Turística Empresarial del Valle de Benasque, la entidad promotora, subsanó al instante el “fallo de la página web” y fijó 1.500 plazas).

Precisamente, la Diputación General de Aragón replicó que las carreras en los espacios protegidos requieren una autorización del órgano ambiental (decreto del 2005); pero admitió que aún no está aprobado definitivamente el plan rector de uso y gestión del parque natural Posets-Maladeta, encargado de introducir modificaciones en el itinerario o establecer las garantías para corregir los daños que pueden ocasionarse en el medio natural (incluida la limpieza posterior de la actividad). A estos efectos se podrá solicitar el depósito de una fianza. La redacción del Plan rector de uso y gestión está en la fase final, sólo pendiente del informe del consejo.

La opinión de la Federación

La Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (Fedme) sostiene que cuando las carreras se hacen con el reglamento de esta entidad, “se toman medidas que se cumplen a rajatabla”. Así, una vez celebrada la competición, “en la zona no quede ni rastro”. La Fedme pone a los organizadores condiciones sobre señalización o la recogida de residuo, y obliga a seguir un sendero de forma obligatoria, bajo amenaza de sanción. Además en el2013 se introdujo la figura del árbitro ambiental, que realiza un informe al acabar la prueba. El año 2013 se ha introducido la figura del “árbitro ambiental”, que realiza un informe al finalizar la prueba para comprobar si han existido afecciones al medio ambiente, fundamentalmente de basura o restos de señalización. La Fedme señala también que en algunas pruebas se pacta incluso con los organizadores una limitación de los participantes. “Pensamos que en todo esto (el daño ambiental) hay más ruido que nueces”, señala el portavoz de la Fedme, para quien la excepción puede darse en las carreras privadas promovidas por deportistas no federados, particulares o empresas, “en las que sí se pueden haber dado impactos”. La Federación ha publicado un estudio sobre la incidencia socioeconómica y ambiental de las carreras de montaña por el medio rural y natural, en el que se establecen, entre otras cuestiones, una serie de recomendaciones de interés para los organizadores, tanto en relación con las posibilidades de aprovechar la prueba para el desarrollo rural como para prevenir los impactos medioambientales en el recorrido.

Evaluación ambiental

Manuel Oñorbe señala que en los informes sobre las carreras de montaña se centran en los residuos generados, “pero no analizan otros elementos, como las afecciones en el suelo, la fauna, la flora o los espacios naturales”. Este experto pide que cuando el recorrido atraviese zonas sensibles se elaboren informes preventivos –evaluables por la Administración– para justificar que la prueba no afecta al medio ambiente y valorar la capacidad de carga para limitar las plazas. “Cada vez, hay más sensibilidad sobre la protección de los espacios ante estas competiciones, pero se necesita una regulación de las actividades al aire libre en el medio natural”, dice Jordi García Petit, director del parque natural del Cadí, en donde se celebra la popular Ultra Trail Cavalls del Vent (83 km) y conocida por sus estrictas medidas para prevenir los daños en el parque.

El parque natural del Cadí-Moixeró solicita, como condición para que se pueda celebrar una carrera, que no exceda determinados límites y se siga un itinerario señalizado por la red de senderos habitual. No se pueden atravesar zonas sensibles y únicamente se pueden celebrar en épocas del año en que afecte menos a la flora y la fauna, lo que significa que principalmente están acotadas de septiembre a noviembre.

Y vetos en la carrera de Castellón

Tico Cervera, director de la carrera del parque natural Penyagolosa (Castellón), dice que los cuidados se están extremando. “Desde el año pasado ya no damos vaso; cada uno se lo debe traer”, cita como ejemplo. El año pasado, acataron el veto de la Administración, que les impidió pasar por una microrreserva de flora y este año no podrán encaramarse al pico de Penyagolosa, como querían.

Sergio Garasa Mayayo, editor de la web especializada carrerasdemontana.com, sostiene que las carreras ayudan a promover el desarrollo rural sostenible. “Las bicis de montaña o los vehículos a motor tienen mayor impacto que el trotar a pie, obviamente. La actividad de correr largo por la montaña no es hoy ningún negocio, sino una pasión compartida por muchos enamorados del monte. Somos los primeros en querer respetar la Naturaleza", explica Sergio Garasa Mayayo.


"Nada como oír tus pasos en el bosque"
El afán de superación multiplica el número de adeptos al ultrafondo de montaña

Sebas Guim (39 años) relata sus vivencias en su magnífico blog Tornaracorrer.blogspot.com. Habla de amaneceres en el bosque, de la soledad de la larga distancia, del reto de enfrentarse a 50 kilómetros de trote entre piedras, riachuelos y abetos. "Si me sorprende la noche, las sensaciones se transforman -dice-. El mundo se reduce al halo de luz de tu frontal. Sientes el silencio y sólo escuchas el viento. No hay nada como oír tus pasos en el bosque. A veces parece que viene alguien, pero no es así. Y mientras corres, piensas en cómo te va la vida".

Guim, que ha sido atleta de pista y atleta de ruta, e incluso ha disputado el popular Marathon des Sables (cerca de 230 kilómetros por el desierto del Sáhara en seis días), decidió convertirse en atleta de montaña hace dos años, al advertir que su organismo -y básicamente su musculatura- ya no soportaba las intensas cargas de entrenamiento que exigen las pruebas en asfalto. "Si iba muy deprisa, a ritmos próximos a tres minutos y medio por kilómetro, se me rompía el isquiotibial. La montaña es distinta: vas más despacio, los pasos son más cortos, y está el bosque...".

A Miquel Llevat (42, miembro del equipo Corremonts de Matadepera, cuenta con ayudas de Clarou y Sport HG) le han atrapado similares sensaciones. Corría en ruta, en busca de un buen resultado. "Era un yonqui del cronómetro", recuerda. Hasta que Paski, su cuñado, se lo llevó montaña arriba un buen día del año 2000. "Entonces había pocas carreras de este tipo y pocos practicantes -recuerda-. Pero no importaba. Fui entrando en el mundo del senderismo, incluso del trekking, y luego evolucioné hacia las carreras de ultrafondo. Desde el 2009, me marco un reto al año. Por ejemplo, en este 2014 disputaré una prueba de 80 kilómetros en el extranjero. Será en un lugar muy lejano, pero me reservo el destino (es un secreto para su mujer y sus dos hijos)".

-Pero ¿qué te lleva a la montaña? ¿Qué la hace diferente? -se le pregunta.

-Entre otras cosas, que ahí arriba el cronómetro no te agobia. Cuando disputas una prueba en ruta, ves mucho estrés en el cajón. Empujones para arrancar, codazos. Y si te caes, te pisarán. En la montaña, no va de cinco minutos. Los escenarios son preciosos. Y nadie me obliga a mantener un ritmo constante, algo que me aburre. El mejor momento se produce de madrugada, cuando sales ahí fuera, con todo oscuro. Miras adelante y te dices: este es mi espacio. ¡Qué maravilla...!/Sergio Heredia

ANÁLISIS
Menos y con menos corredores M. empezó a correr a principios de los años ochenta. Aunque ya entonces había pruebas de montaña, lo suyo era el asfalto. El atletismo popular irrumpía como un fenómeno urbano importado de EE.UU., y ciudades cosmopolitas como Barcelona se apuntaron con entusiasmo a la nueva tendencia. Así que M. empezó a triturar sus gemelos en larguísimas carreras sobre suelo duro.

Fue a principios de los noventa cuando intuyó que se imponía un cambio. Había una razón objetiva: correr sobre el suelo blando de la montaña dañaría menos su maltrecha musculatura. Y una segunda sólo intuida: sobre un piso regular como el asfalto -no digamos ya las cintas- siempre se golpea en el mismo punto, por lo que parece más indicado un impacto más irregular. Así que se lanzó a correr por el monte. Ahora siente nostalgia de aquellas carreras en Catalunya o en el Pirineo francés, cuando recién tomada la salida ya tenía la sola compañía del bosque, tan pocos eran los corredores inscritos. Aquella afición a un deporte tan minoritario tenía una ventaja adicional, y es que podía demorar hasta el mismo día de la carrera la decisión de inscribirse, en función de cómo había transcurrido la semana.

Hoy, M. ha pasado de ser un corredor a ser un patrocinador de carreras. Es decir, como consecuencia del auge de las pruebas de montaña, se ve obligado a inscribirse con semanas de antelación. Y eso supone que muchas veces, por causa laboral, familiar o de salud deportiva, deba renunciar a correr pruebas ya pagadas.

Pero no le importa. Es más, cuando lea el artículo adjunto, pensará que el sentido común obligará a limitar el impacto de las carreras en el monte. Ha de haber menos y con menos corredores, aunque ello suponga tener que inscribirse con meses de antelación. Tampoco será tan grave. En definitiva, los 15 o 20 euros que paga por no correr son una forma de colaborar con la sociedad civil deportiva que promueve las carreras. A M. le duelen más, por ejemplo, los 2.814 euros que constituyen su aportación forzosa, en tanto que contribuyente, al rescate del sistema bancario./Miquel Molina

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