domingo, 30 de diciembre de 2012

El jefe de seguridad de las nucleares belgas dice que «el riesgo no es aceptable»

El director de la agencia belga de seguridad nuclear (AFCN), Willy de Roovere, ha generado una viva polémica en el país al pronunciarse abiertamente en contra de la construcción de nuevas centrales nucleares. Después de una larguísima carrera profesional dedicada precisamente a gestionar los aspectos más delicados de la industria atómica, De Roovere, que ha cumplido ya los 66 años, ha declarado que «no creo que en el contexto belga y europeo actual el riesgo se pueda considerar aceptable». Bélgica forma parte de los países que han decidido abandonar la energía nuclear, como Alemania, aunque todavía no se han establecido alternativas y, de hecho, De Roovere también es escéptico sobre este tipo de decisiones «que tendrán consecuencias que todavía no podemos medir, por ejemplo, un aumento de los niveles de CO2». Las consecuencias de Fukushima El experto belga afirma que su reflexión «es consecuencia de la catástrofe de Fukushima, que es un accidente que no debió haber ocurrido jamás». Respecto a los países que han decidido seguir construyendo centrales de nueva generación, como Francia o China, De Roovere asegura que «cada país deberá tomar su propia decisión teniendo en cuenta la cuestión esencial, que es saber cuál es el nivel de riesgo aceptable para la población». En el caso de Bélgica, no sugiere que se cierren los reactores actualmente en funcionamiento pero propone un debate social sobre el futuro de la energía a 10 o 20 años vista. «Más nucleares sería una mala idea, pero también lo sería ignorar las consecuencias económicas y medioambientales» de las demás alternativas. Dos centrales, en marcha Belgica cuenta con dos centrales nucleares en funcionamiento, con siete reactores en total. Los expertos belgas afrontan en estos momentos la aparición de ciertas microfisuras en las cubas de los reactores, atribuidas a la presencia de hidrógeno en el acero fundido empleado en su construcción, que podrían representar un riesgo en caso de una inyección brusca de agua fría para refrigerar el núcleo. El país decidió en 1999 abandonar la energía nuclear, pero ya ha retrasado diez años la puesta en marcha de esta medida y excepto los partidos ecologistas, existe una corriente política partidaria de seguir manteniendo la vida útil de las centrales. De Roovere propone la creación de comisiones de seguridad formadas por expertos independientes de los operadores eléctricos y de los dirigentes políticos «para que ofrezcan opiniones claras y dejen las decisiones a las instituciones» que reflejen el debate social sobre la energía.

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