miércoles, 27 de enero de 2010

Los eufemismos atómicos

Las palabras son inocentes, su uso no siempre lo es. Por eso las guerras de hoy son misiones de paz, y sus víctimas civiles mueren casi vivas, como asépticos daños colaterales. Por eso las hipotecas subprime que quebraron al mundo fueron bautizadas como “fondos estructurados garantizados”, y a los despidos se les llama ajustes de empleo. Por eso los partidarios del cementerio de basura radioactiva que se rifa estos días prefieren denominarlo “almacén de residuos nucleares”, que suena mucho mejor.

Pintan tan inocuo el atómico eufemismo, tan rentable para la economía del afortunado pueblo que gane la lotería radioactiva, que no se entiende por qué los mismos partidos políticos que defienden sus bondades son después los primeros que protestan ante la posibilidad de que la suerte sonría a su provincia. Tanto el PSOE como el PP usan un mismo eufemismo, el de la solidaridad. Catalunya ya ha sido lo bastante solidaria con la energía nuclear, dice José Montilla, y otro tanto argumenta De Cospedal; que la solidaridad bien entendida empieza por uno mismo.

Pero el mejor eufemismo de todos está en el nombre oficial de la cosa. Se llamará ATC, las siglas de Almacén Temporal Centralizado. ¿Temporal para un residuo radiactivo casi eterno? Sí, temporal. Pero la temporalidad también es relativa, y en el caso del ATC no durará tres meses renovables, como los contratos de los mileuristas, sino 60 años de nada. ¿Y después? Pues ya veremos, que para el 2070, todos calvos. El argumento de las empresas eléctricas es que para entonces se habrá inventado una tecnología capaz de reciclar la basura nuclear. ¿Y si no? Pues tampoco es para tanto, que apenas será radioactiva durante unos milenios más y ya habrá tiempo de sobra para preocuparse por esas nimiedades, aunque sea sólo temporalmente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario